viernes, 4 de febrero de 2011

Setenta y nueve


"El más difícil no es el primer beso, sino el último."
(Paul Géraldy)

foto: un rincón único (La Seu d´Urgell)

jueves, 3 de febrero de 2011

Madeira (II)







Se dice de Funchal que es la ciudad de la eterna primavera, de las flores y de la buena gastronomía. Pese a que corresponde a un tópico publicitario, todo ello se acerca bastante a la realidad.
Bien es cierto que desembarcamos en Funchal en plena primavera, momento en que la flora se encuentra en su máxima expresión y la climatología -caprichosa ella-, se mantiene relativamente estable. La gastronomía es un tema distinto; estamos en Portugal y ello es sinónimo de buena mesa a precio razonable, siempre y cuando se elija el con acierto el lugar donde llenar el buche, ya que la capital de Madeira es eminentemente turística y por lo tanto cara en algunas ocasiones.
La ciudad se eleva colinas arriba donde con frecuencia se posan las brumas, mientras el mar azul y sosegado se ensancha hacia el horizonte. El bullicio se halla en el centro -como no podía ser de otra manera-, y también en el colorido Mercado dos Lavradores, pero luego, calles arriba, el desnivel es tan acusado que permite callejear casi en soledad.
Sin embargo, no hemos venido hasta la isla para perder días en la gran urbe, sino para adentrarnos en una espléndida Naturaleza de laurisilva y profundos barrancos, de serpenteantes levadas y valles escondidos, y algún que otro pueblito de pescadores como el de Câmara de Lobos, donde Winston Churchill solía venir a pintar a mediados del siglo pasado.
A las afueras de la capital -dejando a un lado la excesivamente urbanizada costa sur-, ya se abre todo un mundo de accidentadas vaguadas y densa vegetación. Hacia el interior el terreno gana considerable altitud, siendo una región de persistentes nieblas y vientos constantes, por lo que las temperaturas caen en picado. Ni qué decir que las vistas son de ensueño.
Toda una vastísima colección de natiguas levadas (canales de riego) -muchas de ellas no aptas para los que sufren vértigo-, forman una extensa red de espectaculares itinerarios para descubrir una isla hecha a medida para los amantes de la montaña.