viernes, 16 de septiembre de 2011

Ochenta y cinco


"Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás."
(William Faulkner)

foto: Circo de Perafita (Andorra)

Normandia (primer viaje)








En este primer viaje a Normandía -como igualmente hicimos en el segundo-, hemos venido expresamente a buscar vestigios de la Segunda Guerra Mundial. Y son muchos los que se encuentran a lo largo y ancho de este territorio de raíces vikingas. No faltan los cementerios militares sembrados de cruces blancas, donde uno puede saber la edad, rango y día que cayó en combate el desafortunado soldado que yace bajo nuestros pies. El número de museos sobre la Gran Contienda es tal que llega a abrumar. Búnkers, defensas costeras, tanques y cañones donde menos te lo esperas es algo común, tan común que acabas acostumbrándote a las huellas que dejó la más brutal de las guerras. Bayeux, Pointe du Hoc, Omaha Beach, Arromanches, Caen... son lugares de visita obligada si se tiene un mínimo de interés por esta temática.
De todas maneras la región da para mucho más: desde el célebre Mont St-Michel, pasando por los tapices de Bayeux a un accidentado litoral de acantilados y enigmáticos faros. Normandía es también tierra de leyendas medievales y bosques misteriosos. Brumas fantasmagóricas, temporales marinos y lluvias persistentes dan un toque de severidad a un territorio castigado no sólo por las inclemencias meteorológicas, sino por los avatares de la historia; no hay que olvidar que aquí desembarcaron los vikingos (normandos), y que tuvo lugar la Guerra de los Cien Años y la mayor invasión militar: los desembarcos del Día D de 1944.