martes, 13 de marzo de 2012

Noventa y uno


"No hay montaña sin niebla; no hay hombre de mérito sin calumniadores."
(proverbio turco)

foto: troncos (Alt Urgell)

Transilvania (III)



















Los alrededores de Brasov brindan la oportunidad de efectuar magníficas excursiones de una sola jornada sin la necesidad de devorar centenares de kilómetros. Son muchos los lugares de interés que quedan a tiro de piedra de la gran ciudad, por lo que resulta buena idea el alojarse en Brasov para realizar desde allí las visitas pertinentes y estar de regreso al anochecer.
El castillo de Bran es la joya de la corona, el hito más preciado de un viaje a Transilvania, tal vez porque la promoción hace milagros. No obstante, hay que reconocer que el edificio en sí es imponente, encaramado en lo alto de una accidentada loma, con sus torres de cuento de hadas y angostos pasillos en su laberíntico interior. Muchas veces se asocia este castillo con Drácula -tanto con el conde de ficción como con el real-, pero ni con uno ni con otro tiene nada que ver, a lo sumo Vlad Tepes pasó aquí un par de noches mientras huía de sus perseguidores turcos, en el siglo XV.
La fortaleza de Râsnov, a 18 kilómetros al sur de Brasov, es otra de las numerosas que pueden encontrarse en la región. Está parcialmente restaurada y, como no, se alza en lo alto de una montaña, rodeada de profundos bosques, y extendiéndose a sus pies la pequeña ciudad homónima. La fortaleza es obra de los caballeros teutones para protegerse de las invasiones tártaras.
Para adentrarse en los Cárpatos nada mejor que ir a los montes Bucegi, patria del oso y de los densos bosques de coníferas. Las ascensiones que aquí se pueden llevar a cabo son numerosas, ya que abundan las cimas que sobrepasan los dos mil metros de altitud, así como también se puede practicar el esquí. Hay algunos teleféricos, refugios y un par de localidades de interés: Busteni y Sinaia, la primera bajo el monte Caraiman (2.384 mts.) y sede anual de la copa del mundo de escalada en hielo; y la segunda, algo más grande, residencia de la nobleza, con el castillo de Peles como protagonista indiscutible.