viernes, 21 de marzo de 2014

Ciento cinco

"La pobreza es la peor forma de violencia".
(Mahatma Gandhi)

Foto: telaraña (Alt Urgell)

Perú (IV)

Desde la noche de los tiempos, diversas culturas del altiplano han habitado en las inmediaciones del lago Titicaca. Hoy día, el legado de estas civilizaciones (colla, tiwanaku, incas...) ha quedado como testimonio en forma de magníficos yacimientos arqueológicos por toda el área occidental del Titicaca.
   Dos de estos asentamientos  destacan por encima del resto (a excepción de tiwanaku, del que ya hablé en el capítulo de Bolivia): Sillustani y Cutimbo. El primero de ellos se trata de una serie de chullpas (torres funerarias) de hasta doce metros de altura, levantadas en lo alto de los cerros, lo que lógicamente permite divisarlas desde la distancia. Antaño, utilizadas por sucesivas culturas, estas edificaciones cilíndricas contenían los restos de familias completas así como sus pertenencias con el fin de emprender el viaje al más allá, tal y como se hacía en el antiguo Egipto. Estas construcciones siempre fueron respetadas por su contenido sagrado, hasta que llegaron los conquistadores españoles y se dedicaron al saqueo. El emplazamiento arqueológico, al que le dedicamos dos jornadas, se encuentra circundado por el lago Umayo, por encima de los 3.800 metros de altitud. En los alrededores existen varias aldeas indígenas de adobe y tejados de paja brava; ni qué decir tiene la hospitalidad que recibimos cuando echamos una ojeada: de seguida nos explican cómo es su tradicional forma de vida y nos dan a probar algunos de sus productos que ellos mismos cultivan: papas, quínoa, choclo...
   Las malas lenguas aseguran que pocos viajeros se acercan a las ruinas de Cutimbo debido a los asaltos que allí se producen. Nada más lejos de la realidad. Es un lugar muy solitario, sí, pero del todo seguro, tal y como nos han informado los lugareños. En lo alto de una cumbre volcánica completamente plana, con fabulosas vistas del altiplano, se yerguen unas chullpas funerarias de planta cuadrada y otras cilíndricas, las respectivas rampas que se utilizaron para su construcción y, si se presta un poco de atención, el visitante podrá descubrir en los macizos muros una serie de animales tallados en los bloques: monos, pumas... A diferencia de Sillustani, donde el sector principal suele estar muy concurrido, aquí, en Cutimbo, gozamos de una soledad absoluta, acariciados por el viento de los Andes y, quién sabe, tal vez de la grata compañía de las almas dueñas indiscutibles del lugar.