miércoles, 3 de agosto de 2016

Ciento dieciocho

"Siempre me he negado a ser un muñeco movido por los hilos de los poderosos".

(Marlon Brando)


foto: Pic Coume d´Enfer (Ariège, Francia)

Bulgaria (I)

Al sur de Bulgaria se extienden los montes Pirin, bautizados así por las antiguas tribus eslavas en honor del dios del trueno y las tormentas. Estas abruptas montañas, que en algunos casos sobrepasan los 2.900 metros de altitud, son ricas en profundos bosques de coníferas, lagos, y una abundante fauna entre la que se encuentran ciervos, osos y lobos. Así mismo, el Parque Nacional Pirin, de 40.447 hectáreas, es el mayor de Bulgaria y está declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.
   Uno de los mejores accesos para conocer la región es la pequeña ciudad de Bansko (8.500 habitantes), que data del siglo X y cuyo principal atractivo reside en la gran cantidad de hermosas viviendas construidas como pequeñas fortalezas para defenderse del asedio turco. Bien es cierto que Bansko es también el mayor centro de esquí del país y por lo tanto hay un exceso de insulsos apartamentos y hoteles, pero si obviamos esta particularidad veremos que se trata de un magnífico campo base desde donde explorar unas montañas que por suerte no es destino de masas.
   En nuestro caso fuimos a los montes Pirin a finales de otoño, por lo que disfrutamos de una soledad absoluta. Nadie en los senderos invadidos por las primeras nieves; nadie en los bosques donde las huellas de lobos estaban bien presentes. Hay que señalar que los carteles que indican la proximidad de los refugios no siempre se corresponden con la realidad; a veces los horarios son confusos. Hay caminos perdedores invadidos por la vegetación; los mapas existentes no son demasiado buenos y los valles, profundos y penetrantes, son muy extensos y se hacen extremadamente largos cuando la nieve acumulada ralentiza el avance. Sin embargo, estos inconvenientes son toda una ventaja para vivir una aventura lejos de las multitudes. El caso de Bansko es bien curioso: las masas se concentran en las pistas de esquí, más allá de éstas la Naturaleza se muestra con toda su grandeza, salvaje y misteriosa.