miércoles, 19 de octubre de 2016

Ciento diecinueve

"El rebelde es la semilla de la transformación total".

(Rajneesh Chandra Mohan)

Foto:  escalando en el Pic Pedrós (Pirineo francés)

Tenerife (6º viaje) (II)

Una vez más regresamos a Tenerife, isla donde según Homero vivían "hombres de vida dulce y tranquila". Mucho ha llovido desde entonces y el lugar acarrea problemas como en cualquier otro sitio del mundo (ya nadie escapa ni a la globalización ni a las absurdas políticas de austeridad), pero aún así y todo Tenerife es una poderosa mezcla de tierras volcánicas, costas accidentadas, flora bellísima, selvas de laurisilva, bosques de pino canario y localidades bien cuidadas.
   Más allá de los bancales de plataneras aparece Garachico, un hermoso pueblo apiñado a la vera del agitado Atlántico, frente al islote volcánico de Garachico. Aquí tuvieron lugar diferentes desastres naturales, siendo el más devastador de todos ellos la erupción del volcán Arenas negras en 1706, cuando la lava sepultó buena parte de la población. Muestra de ello son las piscinas naturales, de lava solidificada donde darse un buen baño si las condiciones lo permiten. Merece la pena pasear por sus silenciosas calles y contemplar esa arquitectura tan característica del archipiélago canario, con edificaciones de escasa altura y fachadas coloreadas, cuando no de señoriales balconadas de madera maciza.
   No muy lejos se encuentra Icod de los Vinos, famoso por su drago milenario, que en realidad parece ser que no es tan antiguo como se creía en un principio. Sea como fuere, además del magnífico ejemplar del drago, Icod cuenta con parques, plazoletas y viviendas coloniales que hacen de él una visita obligada, así como unos alrededores interesantes, como la Cueva del Viento, que según cuentan se trata del tubo volcánico más largo del mundo, al menos de los que han sido explorados hasta la actualidad.
   San Cristóbal de la Laguna ya son palabras mayores, pues es Patrimonio de la Humanidad por un legado colonial de primer orden, además de ser ciudad universitaria, episcopal y patria del pirata Amaro Pargo, uno de los mejores en su profesión que han existido en el mundo: implacable con sus enemigos, piadoso con los pobres. Por todo ello La Laguna merece unas cuantas visitas para impregnarse de ese ambiente elegante, noble diría yo, y de microclima fresco por su situación geográfica. Y es que la ciudad está emplazada en un altiplano cercano al Monte de las Mercedes.