miércoles, 15 de septiembre de 2010

Selva de Misiones










Si bien la mano del hombre ha reducido drásticamente la jungla que se extiende entre Argentina, Brasil y Paraguay, todavía hay lugar para aventurarse por lo más recóndito de una masa forestal que, si ésta pudiese hablar, nos desvelaría infinitos secretos.
La selva de misiones fue hogar desde antaño de las tribus guaranís -hoy congregados en pequeñas colonias marginales-; por aquí pasaron los bandeirantes portugueses para esclavizar a los indígenas, y las misiones jesuitas que, so pretexto de civilizar a los indios y protegerlos de los despiadados lusos, terminarían explotándolos para levantar unas espléndidas misiones que con el tiempo la profusa manigua acabaría por devorar. San Ignacio Miní, Santa Ana y Loreto son tres buenos ejemplos.
Una vez visitado estos tres yacimientos arqueológicos, dos de ellos en absoluta soledad, bajo la lluvia y con una humedad excesiva -tan propia de estas latitudes-, el destino nos lleva a conocer a un fotógrafo que desde años está volcado en la complicada tarea de cartografiar todos los saltos de agua de la región, a cual más bello y escondido. Gracias a sus detalladas indicaciones, nos adentramos una vez más en la selva con el fin de descubrir magníficas cascadas que nos hacen creer que nos hallamos en el paraíso.
Días antes, en las proximidades del río Paraná, fracasamos en la búsqueda de la que se dice había sido la vivienda de Martin Bormann, destacado lider de la Alemania nazi y huído a Argentina para fijar su residencia en un lugar recóndito de la jungla, si bien hay dispares versiones sobre el paradero de este personaje. Las diferentes explicaciones de los lugareños -unas muy distintas de las otras-, la espesura de la maleza y la inminencia de la noche darían al traste con nuestros planes.

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