jueves, 25 de febrero de 2010

Bélgica







Es en las Ardenas donde tenemos nuestra primera toma de contacto con Bélgica, allí donde el país se vuelve más agreste y boscoso, y tristemente célebre por las cruentas luchas que tuvieron lugar durante el invierno de 1944-1945. Bastogne fue testigo directo de una de las más célebres batallas de la Segunda Guerra Mundial, quedando el núcleo urbano reducido a escombros.
El ambiente militar no pasa desapercibido en la región, donde no faltan museos, memoriales, algún que otro comercio dedicado al tema y carros blindados en el lugar más insospechado.
Más al norte, Lieja (Luik, en flamenco) sorprende por su falta de belleza. Pese a tener cierta fama, es una de las ciudades menos resplandecientes del país. Suerte que Bruselas no está lejos y requiere cierto tiempo de dedicación.
Efectivamente, la capital belga, sin ser un paradigma de la hermosura, sí que alberga varios puntos que difícilmente defraudarán al viajero. Uno de ellos es, sin lugar a dudas, la Grand Place, a la cabeza de las plazas más impresionantes del viejo continente. Su origen se remonta a la Edad Media, y se encuentra flanqueada por imponentes edificios en los que destaca el estilo arquitectónico gótico-renacentista.
No muy lejos está una tienda dedicada exclusivamente a Tintín y su mundo de cómic, y a pocos pasos las elegantes galerías St. Hubert. La iglesia de San Nicolás y la catedral de San Miguel, así como las callejuelas que rodean a la Grand Place son motivo de visita, si bien no hay que abandonar el lugar sin saludar al Manneken Pis, que orinando desde el siglo XVII y con una estatura reducida se ha convertido en el símbolo de Bruselas.
La "Maison of England" (de estilo art nouveau) y el Palacio de Bellas Artes también revisten interés, además del barrio que acoge a las sedes de la Unión Europea. Aunque si hay otro hito destacado en la urbe ese no es otro que el Atomium, resplandeciente hoy día tras la reciente reforma. Construido con motivo de la Exposición Universal de Bruselas de 1958, la estructura (102 metros de altura) representa una molécula a tamaño gigntesco, en cuyo interior hay diversas exposiciones.
Gante, Amberes, Malinas y Lovaina bien merecen que se les dedique una visita; no obstante, la ciudad de Brujas ya es un punto y aparte, pues su casco histórico está declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, en un decorado de canales, antiguas edificaciones e imponentes plazas.

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