miércoles, 19 de mayo de 2010

Normandía (segundo viaje)






Al igual que en el anterior viaje a Normandía, vamos en busca de diversos escanrios de la II Guerra Mundial, esos vestigios del ejército que los franceses han sabido sacar provecho a pesar de ser una macabra muestra de una de las páginas de las historia más dramáticas del país galo.
En esta región de verdes campiñas, largas playas y climatología cambiante, tuvieron lugar cruentas batallas que acabaron con la vida de miles y miles se seres humanos de diferentes nacionalidades. Prueba de ello son los numerosos cementerios militares que hay esparcidos por toda la zona; cruces y lápidas de un blanco inmaculado resplandecen sobre la alfombra de césped, recordando el nombre, rango y edad de aquellos que cayeron víctima de la barbarie humana.
Cap Gris-Nez es el punto de la costa normanda más próximo a Gran Bretaña. Desde la Batterie Todt de Audinghen los alemanes bombardearon sistemáticamente tierra inglesa con un cañón de 380mm., capaz de lanzar obuses de 800 kg. a una distancia de 42 kilómetros. Ese poderoso cañón ya no está, pero por contrapartida puede visitarse el bunker donde se hallaba, de dimensiones descomunales y que cuenta con un museo. En el exterior se conservan algunas piezas de artilleria pesada y carros de combate, destacando otro gigantesco cañón, el Leopold, de 280mm. y que se transportaba sobre vía férrea. Sólo quedan dos en el mundo; el otro se encuentra en EE.UU.
Más tarde, dejando la costa atrás, nos adentramos en el complejo de La Coupole, una antigua base alemana donde además de lanzar, construían y almacenaban la V2, el arma secreta de Hitler con la que arrasó parte de Londres. Accedemos a la siniestra instalación por medio de profundos túneles excavados a pico y pala por cientos de prisioneros. La temperatura aquí dentro ronda los 7º. Luego, un ascensor nos eleva hasta el interior de la cúpula; allí podemos contemplar una exposición sobre misiles, cohetes y la tragedia que supuso la II Guerra Mundial.
El crepúsculo nos sorprende entre brumosas colinas y aisladas granjas esparcidas aquí y allá en los lindes de un frondoso bosque, tan misterioso él que parece guardar algún secreto. Y así es. En las tupidas masas forestales de Eawy, donde a duras penas logran penetrar las últimas luces del día, se encuentra otra base secreta nazi: la lanzadera de bombas volantes V1 de Val-Ygot; tres hectáreas que estremecen porque la noche se cierne sobre nosotros; porque ya no queda ningún visitante; porque el tenebroso canto del búho, oculto en la oscuridad del bosque, acompaña a una llovizna que riega un lugar impregnado de muerte y destrucción. Aún son visibles los cráteres que dejaron las bombas de los aliados. Quedan todavía algunos bunkers y otras casamatas, así como una amenazante V1 apostada sobre la lanzadera, apuntando hacia un cielo encapotado que anuncia la inmediatez del anochecer.
Antes de abandonar definitivamente Normandía hacemos un alto en los blancos acantilados de la Côte d´Albâtre, para luego pasear por las concurridas calles de Honfleur.

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