sábado, 9 de enero de 2010

Frankfurt






Frankfurt es una ciudad demasiado especial como para ser obviada por parte de todo aquel que ansíe conocer grandes urbes. Responsable de ello es el espectacular skyline, símbolo del poder financiero e hito indiscutible de la metrópoli conocida como el "Mainhattan" alemán, haciendo clara alusión al río Main.
Lo que es cierto es que desde los puentes del mencionado río se obtiene una sensacional panorámica del nutrido grupo de elevados edificios de cristal y acero, algunos de ellos de alturas considerables para los estándares europeos: Commerzbank Tower (299 mts.), Messeturm (265 mts.), Maintower (200 mts.), y así hasta una veintena de rascacielos de alturas inferiores.
Frankfurt fue arrasada en marzo de 1944, durante el bombardeo aliado que redujo a escombros el 80% de la ciudad. Luego, a mediados del siglo XX, vino el controvertido desarrollo urbanístico que cambiaría para siempre su fisonomía, dando lugar al distrito financiero y al barrio ferial, si bien hay que tener en cuenta que se celebran ferias desde el año 1240. Además, la urbe es un importantísimo centro de comunicaciones. El aeropuerto -el 2º de Europa- tiene un tránsito anual de 45.000.000 de pasajeros, y la estación central de ferrocarriles mueve nada menos que 1.500 trenes diarios.
Y eso no es todo. Se pueden visitar magníficos museos al otro lado del Main, en la llamada ribera de los museos (Museumsufer); contemplar un pequeño aunque coqueto casco antiguo, con sus casas de vigas entramadas en Römerberg; la fortificación medieval de Eschienheimer; el Teatro de la Ópera; la Bolsa de Frankfurt -la tercera del mundo en importancia-, que data del siglo XIX y que está coronada por una cúpula de cuarenta y tres metros. Y si lo que gusta es ir de compras, pues hay que transitar por la peatonal Zeil o meterse en las galerías subterráneas de Hauptwache.
Frankfurt, visitada a conciencia, da mucho de sí.

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