sábado, 9 de enero de 2010

Lyon






París hace excesiva sombra a Lyon como para que la capital del Rhône-Alpes adquiera el justo reconocimiento que se merece. En muchas ocasiones ha sido considerada una urbe industrial y poco interesante, tal vez porque Francia nos tiene acostumbrados a maravillas de primer orden. Desde luego que no es tan impactante y célebre como su hermana del Sena, pero está claro que hay unas cuantas cosas por descubrir. Si es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por algo será.
Lyon posee algo de lo que pocas ciudades pueden presumir: que dos ríos de caudal notable bañan el centro urbano. Uno es el Ródano, majestuoso desde su nacimiento en los Alpes hasta que desemboca en el Mediterráneo; el otro es el Saona, principal afluente del primero y algo más modesto. Ambos tienen el privilegio de discurrir paralelos mientras embellecen a la vieja "Lugdunum", como la conocían los romanos. Aún quedan restos de aquella época, como el Théâtre Romain, que data del año 15 a.C. y que con la posterior ampliación llego a tener un aforo de 10.000 espectadores.
El Vieux Lyon o barrio antiguo es el alma de la ciudad, donde los restaurantes y comercios étnicos comparten espacio con edificios medievales y calles adoquinadas; allí donde los tejados se apiñan y las chimeneas apuntan a un cielo muchas veces tempestuoso y cuyo escenario es presidido por la catedral de St-Jean (siglos XI y XVI).
Mientras que la barriada de Croix Rousse se puede considerar un tanto bohemia, presqu´île resulta ser céntrica e igualmente animada, con museos, algunas estatuas, la Ópera y la fastuosa fuente de la Place des Terreaux. En las afueras no falta un frondoso parque alrededor de un lago, ni tampoco un siniestro cuartel general de la antigua GESTAPO, que en la actualidad acoge el Centro de Historia de la Resistencia y la Deportación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario